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Los rasgos de una persona son fácilmente asociables con sus progenitores, pero caracterizar e identificar el origen de la personalidad es más complejo. Por ejemplo, los ojos verdes pueden asociarse a la madre y las pecas al padre, y lo mismo puede decirse del resto de lo rasgos físicos y de algunos fisiológicos, pero la emotividad y el talento para cantar no suelen tener un origen claro. Y la pregunta que se plantea es si son características y habilidades incorporadas o tienen un sustento genético, hereditario, como las características físicas. La pregunta no ha tenido aún una respuesta definitiva, y sobre ella que se mantiene la discusión sobre la incidencia de los aspectos hereditarios contrapuestos a la educación, o crianza en general, en la formación de la personalidad. Pero lo que sí está claro es que ambos aspectos son constituyentes de la personalidad.
La personalidad es un concepto sicológico que no tiene una definición unívoca y que suele describirse a través de sus características. Se puede decir que son los sentimientos, emociones y pensamientos asociados al comportamiento de una persona, que se expresan en una continuidad temporal y en diferentes situaciones. Es un aspecto distintivo de cada individuo. La personalidad es determinante en el desarrollo de las habilidades de las personas y en su integración social.
Naturaleza o educación
Los términos naturaleza y educación, nature y nurture, para describir los aspectos hereditarios y la incidencia del medio ambiente en el desarrollo humano se remontan a la Francia del siglo XIII. Esquemáticamente se afirma que las personas se comportan de acuerdo a su predisposición natural o incluso siguiendo sus instintos animales, lo que se conoce como la teoría de la naturaleza del comportamiento humano, mientras que por otro lado se sostiene que las personas piensan y se comportan de cierta manera porque se les ha enseñado a hacerlo, es decir, lo adquirieron en el medio ambiente en que se desarrollaron.
Los avances en el estudio del genoma humano han realzado que son los dos aspectos los que inciden en el desarrollo de las personas. Hay habilidades y rasgos que son innatos, heredados, y la educación los moldea a través del aprendizaje y de la maduración que provee la experiencia. Pero la forma y el grado de incidencia de cada uno de los dos aspectos es motivo de investigación y de discusión.
La herencia
Es bien sabido que rasgos como el color de los ojos y del cabello están determinados por genes específicos codificados en cada célula humana. La teoría que sostiene que son los factores hereditarios los determinantes en la formación de la personalidad va un paso más allá al sugerir que rasgos como la inteligencia, la agresividad y la orientación sexual también pueden estar codificados en el ADN de un individuo. La búsqueda de genes conductuales es fuente de controversias que implica aspectos éticos, ya que podría suceder que se pretendiera utilizar información genética para segregar o marginar a personas por su supuesta tendencia a tener un comportamiento antisocial.
Un aspecto muy controvertido es la existencia de un gen homosexual, lo que induciría a la argumentación de que al existir tal codificación genética la orientación sexual de las personas estaría al menos influenciada por aspectos innatos. Se han publicado en varias oportunidades conclusiones contradictorias de investigaciones acotadas y con premisas inconsistentes. En 2018 se publicó un extenso trabajo producto de una colaboración entre el Broad Institute de Cambridge, Massachusetts, y la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston, que estudió los posibles vínculos del ADN con el comportamiento sexual. El estudio determinó que hay cuatro variables genéticas ubicadas en los cromosomas 7, 11, 12 y 15 que parecen tener alguna correlación en la atracción por personas del mismo sexo; dos de estos factores específicos los presentan los hombres. En una entrevista de octubre de 2018, la autora principal del trabajo, Andrea Ganna, negó la existencia de un gen homosexual per se, y explicó que «más bien, la no heterosexualidad está en parte influenciada por muchos pequeños efectos genéticos», aclarando que aún habría que establecer una correlación entre las variantes que habían identificado y los genes reales. Y que no se sabe casi nada sobre la genética del comportamiento sexual. La conclusión final fue que no se podía definir a las cuatro variantes genéticas como predictores de la orientación sexual.
La educación
Si bien no descartan totalmente que pueda existir una tendencia genética, los partidarios de la educación como aspecto determinante de la personalidad afirman que, en última instancia, no son relevantes. Creen que nuestros rasgos de comportamiento se definen únicamente por los factores ambientales que conllevan nuestra educación. Los estudios sobre el temperamento de bebés y niños han proporcionado los argumentos más convincentes a esta teoría.
El psicólogo estadounidense John Watson publicó en 1920 un trabajo que demostraba que la adquisición de una fobia podría explicarse por el condicionamiento clásico. Mientras estaba en la universidad Johns Hopkins, John Watson realizó una serie de experimentos con un niño huérfano de nueve meses llamado Albert. Utilizando métodos similares a los empleados por el fisiólogo ruso Ivan Pavlov con perros, Watson condicionó al bebé para que hiciera ciertas asociaciones basadas en estímulos emparejados. Cada vez que se le daba al niño un determinado objeto lo acompañaba con un ruido fuerte y aterrador. Con el tiempo el niño aprendió a asociar el objeto con el miedo, tanto si el ruido estaba presente como si no. De la misma forma el sicólogo conductista Burrhus Frederic Skinner llegó a demostrar que el comportamiento humano podía condicionarse de la misma forma que en los animales.
El estudio de hermanos gemelos
El estudio del desarrollo de la personalidad de hermanos gemelos muestra la incidencia de la herencia. Si se estudia el desarrollo de dos hermanos gemelos criados en el mismo ambiente, en cuyo caso la educación es similar en ambos, se observa que tienen mayores similitudes que en el caso de hermanos no gemelos. Pero también muestran similitudes sorprendentes cuando se desarrollan separados entre sí, en diferentes ambientes, mostrando rasgos de personalidad similares
Si el medio ambiente en el que se desarrollan no tuviese un rol en la determinación de los rasgos y comportamientos de un individuo, entonces los hermanos gemelos deberían tener la misma personalidad, incluso si se crían separados. Los estudios muestran que los hermanos gemelos idénticos nunca son exactamente iguales aunque sí muy similares en muchos aspectos. Por ejemplo, un estudio publicado en el año 2000 por investigadores del Hospital St. Thomas en Londres concluyó que el sentido del humor es un rasgo aprendido influenciado por el entorno familiar y cultural más que por una predeterminación genética.
No es naturaleza o educación: es naturaleza Y educación
Entonces, ¿la forma en que nos comportamos está predeterminada antes de nacer, o se desarrolla con el tiempo en función de nuestro aprendizaje y a nuestras experiencias? Hay acuerdo entre los investigadores en que no hay una relación causa – efecto entre la existencia de un gen y un comportamiento. Si bien un gen puede aumentar la probabilidad de que una persona se comporte de una manera particular, no predetermina el comportamiento en última instancia. La personalidad de cualquier persona es una combinación entre su herencia y su educación.
Fuente
Ana Gimeno-Bayón Cobos. Comprendiendo cómo somos: dimensiones de la personalidad. Bilbao: Desclée de Brouwer, Bilbao, España, 2006.
Michael Price. Giant Study Links DNA Variants to Same-Sex Behavior. Science. October 20, 2018.