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The Lottery (La lotería) es un relato corto escrito por Shirley Jackson y publicado en 1948 en el periódico norteamericano The New Yorker. The Lottery es un relato de terror sobre los conformismos y la enajenación. Su publicación causó un profundo impacto en los lectores del periódico, mucho más que cualquier otro relato de ficción que la revista hubiese publicado previamente. El enojo y el desconcierto de los lectores se expresó en numerosas cartas, e incluso en cancelaciones de la suscripción al periódico. La reacción de los lectores puede atribuirse a que el periódico no identificaba el género de los relatos que publicaba, lo que inducía a la confusión. Por otra parte, la audiencia estaba aún sensibilizada por las experiencias de la Segunda Guerra Mundial. Pero el relato ha seguido teniendo un gran impacto en los lectores a lo largo que las generaciones subsiguientes, transformándolo en uno de los relatos cortos más famosos de la literatura estadounidense. La historia de The Lottery se ha adaptado para obras de teatro, radio, televisión e incluso para una coreografía de ballet.
La trama de The Lottery transcurre durante un hermoso día de verano, el 27 de junio, en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, donde todos los habitantes se reúnen para la tradicional lotería anual. Si bien el evento pareciera festivo al principio, en seguida queda claro que nadie quiere ganar la lotería. Tessie Hutchinson no parece preocupada por la tradición hasta que la familia dibuja la temida marca. Luego protesta porque el proceso no fue justo. Y es que el ganador será apedreado hasta morir. Tessie gana y la historia culmina cuando los habitantes del pueblo, incluyendo a su propia familia, comienzan a arrojarle piedras.
Los recursos literarios
Shirley Jackson logra crear un ambiente de horror a través del hábil uso de contrastes, con lo que mantiene expectante al lector confrontándolo con el discurrir de la historia. El bucólico escenario contrasta con la violencia soterrada, finalmente manifiesta en la conclusión de la historia. La trama transcurre en un hermoso día de verano con plantas «floreciendo profusamente» y con la hierba «ricamente verde». Cuando los niños comienzan a recolectar piedras parece que se trata de una diversión, que todos se han reunido para disfrutar de algo así como un picnic o un desfile.
El ambiente y la reunión de las familias sugieren algo placentero, al igual que la palabra «lotería», que se asocia con un premio, con algo bueno para el ganador. El sentimiento de horror se enfatiza en el lector al darse cuenta de que lo que obtiene el ganador es absolutamente contrario a lo esperado. Tanto como el ambiente agradable, la actitud relajada de los habitantes que conversan y hacen bromas contrasta con la violencia que se cierne.
La perspectiva del narrador parece coincidir plenamente con la actitud de los habitantes, ya que la misma transita la forma cotidiana que utiliza la gente del pueblo. En la narración se señala, por ejemplo, que el pueblo es lo suficientemente pequeño como para que la lotería pueda terminar a tiempo para que la gente pueda volver a comer a sus casas. Los hombres conversan sobre temas de interés habitual como la siembra y la lluvia, los tractores y los impuestos. La lotería parece ser sólo otra de las actividades sociales del pueblo. Y el asesinato público que se avecina, y que horroriza al lector, parece ser algo normal para el narrador y para sus conciudadanos.
Pero si los habitantes del pequeño pueblo fuesen completamente insensibles a la violencia se percibiría un engaño de Shirley Jackson hacia los lectores. A medida que avanza el relato, la escritora abunda con pistas que sugieren que algo se esconde debajo de las apariencias. Antes de que comience la lotería, los aldeanos mantienen la distancia al taburete con la caja negra y dudan cuando el Sr. Summers pide ayuda; esta no es la reacción que cabría esperar en personas que aguardan ansiosas algo bueno de la lotería. También resulta contradictorio que se mencione que sacar los boletos es un trabajo difícil, que se requiere de un hombre para hacerlo. El Sr. Summrs le pregunta a Janey Dunbar: «¿No tienen un jovencito que lo haga por ti, Janey?» Y todos elogian al niño Watson por representar a su familia. «Me alegra ver que tu madre tiene un hombre en casa para hacerlo», dice alguien entre la multitud.
La lotería transcurre en un clima tenso. Las personas no miran a su alrededor; el Sr. Summers y los hombres que dibujan tiras de papel sonríen con nerviosismo. La primera sensación del lector puede ser de desconcierto ante estos detalles inadecuados al ambiente del relato, pero puede explicarlos suponiendo, por ejemplo, que la gente está nerviosa porque quiere ganar. Sin embargo, cuando Tessie Hutchinson llora protestando por la injusticia del sorteo, los lectores toman conciencia de que ha habido en el relato un trasfondo permanente de tensión y violencia.
Interpretaciones sobre The Lottery
Se han desarrollado innumerables interpretaciones sobre el significado de The Lottery. Se la ha asociado a la Segunda Guerra Mundial y se la ha visto como una crítica marxista al orden social imperante en los Estados Unidos y, por extensión, el mundo occidental. Muchos lectores identificaron a Tessie Hutchinson con Anne Hutchinson, que fue desterrada de la colonia de pioneros de la bahía de Massachusetts por razones religiosas, aunque en el texto resulta claro que Tessie no cuestiona la lotería sino su sentencia de muerte. Pero independientemente de la interpretación, The Lottery es un relato sobre la violencia humana, una violencia basada en las tradiciones y en un orden social específico.
Shirley Jackson le dice al lector, a través del narrador, que «a nadie le gustaba alterar una tradición tan arraigada como la que representaba la caja negra». Pero aunque los habitantes de ese pequeño pueblo de Nueva Inglaterra imaginaban que estaban conservando la tradición, en realidad era muy poco lo que se recordaba, y la caja en sí no era la original. Eran muchos los rumores, pero nadie parecía saber con certeza cómo comenzó dicha tradición ni cuál era su razón de ser. Solo permanece vigente la violencia: una definición sobre las motivaciones subyacentes de los aldeanos y quizás de toda la humanidad. Shirley Jackson le dice al lector: «Aunque los aldeanos habían olvidado el ritual y habían perdido la caja negra original, todavía se acordaban de usar piedras».
Un pasaje crudo del relato del narrador describe en forma directa: «Una piedra la golpeó en la cabeza». La oración está estructurada gramaticalmente para transmitir que nadie en concreto arrojó la piedra; es como si la piedra hubiese golpeado a Tessie por sí sola. Todos los aldeanos participan, e incluso le dan al hijo pequeño de Tessie algunos guijarros para que los arroje. De esta forma, nadie asume la responsabilidad del asesinato. Y esa es la explicación que da Shirley Jackson a la continuidad de tan horrible tradición.
Fuentes
Harold Bloom. Shirley Jackson. Chelsea House Publishers, 2001.
Shirley Jackson. The Lottery. The New Yorker, 2016.
Zoë Heller. The Haunted Mind of Shirley Jackson. The New Yorker, 2016.