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Isabel de York fue la esposa de Enrique VII y la primera reina consorte de Inglaterra de la dinastía Tudor. Hija del rey Eduardo IV y de Elizabeth Woodville, Isabel de York nació en la Inglaterra medieval en el año 1466. Isabel fue una mujer amable y llevó una vida feliz y pacífica hasta la muerte de su padre, hecho que desencadenó una amarga disputa por el trono.
Infancia y vida temprana
Isabel de York nació el 11 de febrero de 1466 en la familia del rey Eduardo IV de Inglaterra y la reina Isabel Woodville, en el palacio real de Westminster. Durante su infancia y juventud recibió lecciones de baile, canto, bordado y comportamiento social. Aprendió a leer y escribir en inglés y francés. Era una joven amable, que amaba a sus padres y hermanos y creía en Dios.
Cuando Isabel tenía tres años, como parte de un acuerdo político, se concertó su matrimonio con Jorge Neville, pero los esponsales se cancelaron por la muerte de éste. El acuerdo se había establecido porque el padre de Jorge, Juan Neville, se había declarado en contra de Eduardo durante un levantamiento.
Años más tarde, en septiembre de 1470, empezó el conflicto por el trono de Inglaterra, que ha pasado a la historia con el nombre de «La guerra de las dos rosas». En ese año el rey tuvo que huir del país para salvar su vida, que estaba siendo amenazada por el Conde de Warwick y Margarita de Anjou, quienes apoyaban a la casa de Lancaster en la batalla por el trono. Mientras tanto, la reina Isabel Woodville se asiló en la abadía de Westminster para proteger a sus hijos. Se produjo un periodo de caos absoluto, debido al sangriento enfrentamiento entre las casas de York y Lancaster.
Como Isabel era la hija mayor del rey Eduardo, fue nombrada reina regente por los partidarios de la Casa de York durante la ausencia de Eduardo IV. En ese mismo tiempo, Isabel Woodville dio a luz a un hijo. Ese nacimiento infundió valor y ánimo al rey Eduardo, que recuperó su trono al poco tiempo.
En 1475, el rey de Francia Luis XI se lanzó a por el trono de Inglaterra. El rey Eduardo tomó represalias, invadiendo el país vecino con un gran ejército. Luis XI decidió entonces intentar resolver el enfrentamiento sin guerra, y pidió a Eduardo que concediera la mano de su hija Isabel al príncipe Carlos Orlando, primer delfín de Francia. Se llegó a un acuerdo, que se canceló más tarde cuando la nobleza francesa obligó a la casa real a deshacerlo. El fracaso supuso un gran revés para el rey Eduardo que, sin embargo, decidió no reaccionar con un enfrentamiento bélico.
Muerte de Eduardo IV
Isabel quedó huérfana de padre siendo una adolescente de 17 años, tras morir el rey Eduardo en oscuras circunstancias en abril de 1483. Su muerte dejó el trono de Inglaterra abierto a las disputas de varias casas nobles ávidas de poder. Mientras tanto, influenciada por los deseos del duque de Gloucester y en medio del dolor por la muerte de su esposo, la reina Isabel Woodville escondió a sus hijos más jóvenes en un lugar seguro, pero no a los mayores, Eduardo y Ricardo.
El duque Ricardo, cuñado de la reina, resultó ser un traidor. Afirmó que todos los hijos de Eduardo IV e Isabel Woodville eran bastardos, por lo que los niños no tenían derecho a la corona. Por supuesto, el duque creó esta situación y la aprovechó para coronarse a sí mismo como rey. Tiempo después de que Ricardo III se convirtiera en rey, los hermanos mayores de Isabel desaparecieron de la torre donde supuestamente él los mantenía a salvo.
Tras el presunto asesinato de sus hermanos y quedar como única hija, los partidarios de la casa de York nombraron a Isabel como heredera legítima al trono después de su padre Eduardo IV. Por otra parte, el acto de traición de Ricardo III concitó el odio de lady Woodville hacia el hermano de su marido. Por ello, se unió a Margarita Beaufort, de la Casa de Lancaster, desposando a Isabel con Enrique Tudor, hijo de la Beaufort.
Enrique Tudor atacó a las tropas de Ricardo III y logró la victoria en la Batalla de Bosworth. Gracias a ello ocupó el trono de Inglaterra como rey Enrique VII. Posteriormente, declaró a los hijos de Lady Woodville como hijos legítimos de Eduardo IV y Lady Isabel Woodville. En enero de 1486, Enrique VII se casó con Isabel en una gran ceremonia, poniendo así fin a la Guerra de las dos Rosas.
El reinado de Isabel de York
El matrimonio de Enrique e Isabel unificó las Casas de York y Lancaster, lo que contribuyó en gran medida a consolidar la paz civil en Inglaterra. Según algunos registros, se cree que aunque Enrique VII no amaba a Isabel, la respetaba por ser amable y generosa en la corte y con los súbditos, motivo que también la llevó a ser querida y respetada por el pueblo llano.
Isabel aunque alejada de la política, apoyó a su marido en todas sus empresas. Prefería mantenerse en segundo plano, a pesar de que algunos leales a la casa de York la seguían considerando la legítima heredera al trono, por encima incluso del rey.
La reina empleó gran parte de su tiempo en viajar, a veces sola y a veces acompañada por su esposo. En uno de los viajes con el rey Isabel quedó embarazada, y en septiembre de 1486 dio a luz a Arturo, quien posteriormente fue coronado como príncipe, convirtiéndose en heredero del trono. Con el tiempo Isabel dio a luz a siete hijos más. Sin embargo, la mayoría de ellos no fueron niños sanos, y murieron poco después de su nacimiento.
Arturo, su hijo mayor, murió en 1502, provocando una ola de dolor y conmoción en la vida de Isabel y Enrique, que afectó especialmente al rey hasta el punto de causarle depresión. Se dice que el amor y respeto del rey Enrique por su esposa Isabel creció cuando ella lo acompañó fielmente durante el duelo por su hijo, expresándole que eran jóvenes y que podrían tener más hijos si así querían, palabras que consolaron profundamente al rey.
Al año siguiente, comenzando 1503, la reina quedó embarazada y dio a luz a una niña a quien llamaron Catalina. Por desgracia, Isabel ya estaba muy débil y no pudo superar una infección posparto contraida en febrero del mismo año.
Muerte y legado de la reina
La enfermedad de la reina Isabel la condujo a la muerte al poco tiempo de caer enferma. Su muerte hundió a la familia real, dejando al rey Enrique en un lamentable estado de depresión. De hecho, su familia y amigos más cercanos le aconsejaron volver a casarse, pero Enrique no los escuchó. Lloró a su difunta esposa hasta 1509, año en el que murió. Su cuerpo fue enterrado junto a los restos de la reina Isabel, tal y como ellos pidieron antes de fallecer.
Del matrimonio sobrevivieron cuatro de los ocho hijos, quienes siempre alabaron el amor de sus padres y el profundo respeto que el rey guardó a su esposa incluso después de su muerte.
Por su parte, Isabel de York es recordada como una de las mujeres más influyentes y poderosas de la historia del linaje real inglés. A lo largo del tiempo se convirtió en personaje de varias obras de teatro, entre las que destaca la obra de William Shakespeare La tragedia del rey Ricardo III, donde si bien su personaje no aparece representado, sí que se menciona su nombre muchas veces. Una buena forma de conocer la vida y el reinado de Isabel de York es seguir la serie dramática de la BBC de 2013 The White Queen (La reina blanca), en la que Isabel desempeña es la protagonista y su historia se cuenta de principio a fin.
La reina también aparece en novelas como La reina blanca (2009), de Phillippa Gregory. El matrimonio de Isabel y Enrique ha sido la base del guión de alguna miniserie televisiva.
Fuente
Oliver, C. M. (2012). Elizabeth Woodville and Margery Kempe, Female Agency in Late Medieval England.