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Según la mitología griega, Agamenón era el rey de Micenas, una de las principales civilizaciones en la antigua Grecia. Líder de los griegos en la Guerra de Troya, es una de las figuras centrales de la Ilíada, el poema épico de Homero. Los escritores griegos suelen retratar a Agamenón como valiente, pero también como arrogante y excesivamente orgulloso, defectos que a veces le causan desgracias y que finalmente le llevan a la muerte. Por este motivo, la historia de Agamenón suele considerarse una advertencia sobre los peligros de la arrogancia.
Condenado de nacimiento
Muchos de los escritores antiguos se centran en el hecho de que Agamenón estaba condenado desde su nacimiento debido a su ascendencia, argumentos que desglosamos a continuación.
Agamenón era hijo del rey Atreo de Micenas y de su esposa, la reina Aérope, por lo cual era descendiente de Tántalo y Pélope. Tántalo, su bisabuelo, había servido a su hijo Pélope como comida en un banquete para los dioses, fechoría por la cual Zeus lo condenó a pasar la eternidad en el Tártaro. Algo similar ocurrió con Atreo, el padre de Agamenón. El rey Atreo descubrió que su propio hermano, Tiestes, se había acostado con la reina Aérope. Como venganza, Atreo mató a sus sobrinos, los hijos de Tiestes, y los sirvió como comida para su hermano.
Ahora existía una disputa de sangre. Egisto, otro hijo de Tiestes, mató a Atreo y colocó a Tiestes en el trono de Micenas. Estos hechos provocaron que Agamenón y su hermano, Menelao, se vieran obligados a huir de Micenas.
Agamenón es coronado rey
Agamenón y Menelao acabaron llegando a la corte espartana del rey Tindáreo, quien les ofreció refugio. Durante su estancia en Esparta, Agamenón comenzó a planear la reconquista del trono de su padre y encontró un «socio» en la corte, ya que se casó con la hija de Tindáreo, Clitemnestra.
Menelao también hizo alianzas en Esparta, al ser el (exitoso) pretendiente de la otra hija de Tindáreo, Helena, reconocida por su belleza. Los principales reyes y príncipes del mundo griego de la época fueron pretendientes de Helena, pero fue Menelao quien conquistó su mano. Para evitar el derramamiento de sangre y los malos sentimientos en Grecia por la elección de la princesa espartana, todos los pretendientes de Helena hicieron el Juramento de Tindáreo. Bajo esta promesa, los monarcas griegos debían defender al pretendiente elegido y atacar a quien atentara contra su unión con Helena.
Con la ayuda de las fuerzas espartanos, Agamenón retomaría el trono de Micenas. Melenao permaneció en Esparta, donde heredó el trono de su suegro.
Como rey, Agamenón extendió el tamaño y el poder de Micenas mediante la conquista. Muy pronto, el mundo clásico reconoció a Agamenón como el rey más poderoso de sus días. Mientras crecía su reino, también lo hacía su hogar. Con Clitemnestra, Agamenón se convirtió en padre de tres hijas, Crisótemis, Electra e Ifigenia, además de un hijo, Orestes.
El rapto de Helena
Cuando todo parecía positivo para Agamenón, comenzaron a surgir problemas en Esparta, el reino de Menelao. Helena, la esposa de Menelao, fue raptada por Paris, un príncipe de Troya. Según el mito, la diosa Afrodita le prometió a Paris el amor de la mujer más hermosa del mundo, Helena de Esparta, a cambio de que él la eligiera en el «Juicio de Paris».
Tras el rapto se hizo una llamada a las armas, y se invocó el juramento de Tindáreo a todos los pretendientes de Helena. Aunque Agamenón no era uno de los pretendientes, tenía un vínculo fraternal que igualmente le obligaba a tomar las armas, por lo que reunió un ejército micénico para ayudar a recuperar a Helena. Se reconoce este hecho como la razón detrás de la Guerra de Troya, cuando cientos de flotas se lanzaron al mar para emprender la lucha para rescatar a Helena.
El sacrificio de Ifigenia
La flota estaba lista para partir hacia Troya, pero el viento se negaba a soplar. Se decía que Agamenón había enfurecido a Artemisa cuando durante una cacería proclamó que ni la propia diosa podría haber vencido sus esfuerzos.
El profeta griego Calcas anunció que los vientos sólo volverían a soplar favorablemente cuando Agamenón sacrificara a su propia hija, Ifigenia.
Agamenón aceptó el sacrificio, aunque las fuentes antiguas están divididas en cuanto a cuál fue su actitud al respecto. Algunos dicen que Agamenón habría cancelado la expedición a Troya antes que aceptar el sacrificio, mientras que otros mantienen que Agamenón aceptó el acto de buen grado debido a su posición como comandante.
Muerte de Agamenón
Podría decirse que Agamenón es más conocido por los acontecimientos que siguieron a la caída de Troya que por los que la precedieron, y el rey micénico es especialmente famoso por la forma en que murió. La muerte de Agamenón se menciona brevemente en la Odisea de Homero; sin embargo, se relata con mucho más detalle en el teatro griego, específicamente en la Orestíada de Esquilo y en Electra, de Sófocles.
Agamenón llegó a Micenas con sus premios de guerra, incluyendo a su nueva concubina, Casandra, una princesa y profetisa troyana. Casandra advirtió a Agamenón de los peligros que le aguardaban; sin embargo, sobre la princesa troyana caía la maldición de que sus profecías nunca eran creídas, por lo que sus palabras no tuvieron relevancia para Agamenón.
En su ausencia, Clitemnestra había tomado un amante, Egisto, hijo de Tiestes y primo de Agamenón. Egisto convenció a Clitemnestra de matar a su esposo y sus compañeros, lo cual hizo poco tiempo después de su llegada de Troya. Clitemnestra y Egisto justificaron sus acciones, pues el padre de Agamenón había matado a sus hermanastros y Agamenón había sacrificado a Ifigenia.
Varios años después, Egisto y Clitemnestra murieron bajo la mano de Orestes, el hijo de Agamenón, quien estaba obligado por la ley de sangre a matar a su propia madre.
Quiénes hablan de la vida y la muerte de Agamenón
Por supuesto, no se sabe con certeza si los escritores antiguos, incluido Homero, escribían sobre un rey real o si Agamenón era un personaje puramente mitológico. Los hititas mencionaron a un rey griego con un nombre similar al de Agamenón, pero en la propia Grecia no hay ninguna prueba física; y, por supuesto, la «Máscara de Agamenón», descubierta por el arqueólogo Heinrich Schliemann, no tiene ninguna relación con el rey de Micenas.
Sin embargo, los escritores antiguos escribieron sobre el rey de Micenas. Homero, escribió sobre Agamenón tanto en la Ilíada como en la Odisea, pero también Esquilo escribió una obra llamada «Agamenón» y Sófocles escribió sobre el rey en «Electra».
Referencias
- Bañuls, J. (2017). Antecedentes homéricos del Agamenón trágico: caracterización del personaje y motivos de la saga.
- Colección teatro. (2004). Esquilo: La Orestíada.
- Esteban, A. (2014). Agamenón, Medea y Traquinias: retrato sangriento de tres esposas Heroínas de la mitología griega V.