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Francisco Pizarro nació en Trujillo, ciudad de Extremadura, en España. Junto con sus compatriotas Diego Almagro y Hernando De Luque emprendió la expedición que resultó en la conquista del Perú. Este logro hizo que Pizarro y sus colegas se volvieran increíblemente ricos al hacerse con las riquezas encontradas; también que fueran nombrados gobernadores de los terrenos ocupados. Actualmente, este conquistador es recordado como quien le dio al reino de España una próspera colonia en el Nuevo Mundo, pero también como aquel que terminó con el imperio Inca.
La vida de Pizarro ha sido objeto de diversas biografías, algunas de las cuales narran eventos que han sido tildados de fantasiosos, al querer ensalzar la figura del hombre como héroe. A continuación, se presentan las versiones o aclaraciones sobre estos hechos.
Paternidad en duda
En general, se considera que Francisco Pizarro fue hijo del hidalgo Gonzalo Pizarro Rodríguez Aguilar y Francisca González Mateos. La versión más aceptada indica que nació en la Corona de Castilla, en la Villa de Trujillo, España. Sin embargo, ninguno de estos datos puede verificarse, ya que, al ser hijo ilegítimo, no fue registrado. Por este mismo motivo, la fecha de su nacimiento es controvertida, y hay referencias de este hecho entre 1476 y 1478.
Recientemente, se ha puesto en duda que los padres de Pizarro sean los antes mencionados, porque cuando Gonzalo Pizarro dejó su testamento, nombró herederos tanto a sus hijos legítimos como a los ilegítimos, dentro de los cuales no incluyó a Francisco.
Por otra parte, llama la atención que Francisco sea más de 20 años mayor que los demás hijos del hidalgo, y que fuera acogido en casa de su abuelo, Hernando Alonso de Pizarro, padre de Gonzalo. Don Hernando vivía con su hermana Beatriz, que resultó ser la patrona de Francisca González. En aquella época era una costumbre hacer pasar por hijos a los nietos y viceversa, con la finalidad de evitar escándalos; por esto, se teoriza que don Hernando, quien tenía un cargo público, hizo pasar a Francisco como hijo de su primogénito Gonzalo para preservar su honor.
Sin educación, pero perseverante
Según los relatos, Francisco Pizarro creció completamente abandonado por sus padres y no recibió la educación más común, por lo que llegó a adulto como analfabeto e ignorante de las artes y las ciencias que se desarrollaban en Europa.
Se dice que siendo Francisco un niño, Gonzalo Pizarro lo llevó con él para que trabajara cuidando las porquerizas de sus haciendas. Esta labor innoble no se ajustaba a las ambiciones que crecían junto con Francisco. Por eso se cree que, aprovechando la primera ocasión, se alistó en una compañía de infantería que pasaba a Italia. Allí sirvió algunos años como soldado destacado. Sin embargo, como era un soldado pobre, sin protección y sin apoyo, de no ser por su espíritu emprendedor posiblemente hubiera pasado su vida ejerciendo esa humilde labor.
De hecho, se ha caracterizado a Pizarro como un miembro intrépido y vigoroso de la milicia, un soldado insensible al dolor y a la fatiga, cuyo ánimo no decaía ante el riesgo. Por eso, a pesar de su ignorancia, pronto fue considerado como un hombre nacido para el mando. Esta percepción se reforzó cuando las operaciones que se le confiaron fueron exitosas. En resumen, Pizarro ha sido descrito como un hombre perseverante, apasionado, audaz en sus planes y prudente para ejecutarlos.
Amistades traicionadas
Francisco Pizarro se relacionó, principalmente, con conquistadores como él. Dentro de ellos se encuentran Vasco Núñez de Balboa y Diego de Almagro.
Vasco Núñez de Balboa fue otro conquistador que lideró a varios expedicionarios en la conquista del Nuevo Mundo. Pizarro acompañó a Balboa, entre otras, a la expedición en que descubrieron el mar del Sur. Cuando Balboa debía ausentarse, nombrada a Francisco como la persona a cargo, razón por la que, además de compañeros de aventuras, llegaron a ser amigos.
Sin embargo, en un momento dado, Pedro Arias Dávila “Pedrarias”, gobernador de Castilla de Oro (actuales Nicaragua, Costa Rica, Panamá y la parte norte de Colombia) y fundador de Panamá, le ordenó a Pizarro detener a Balboa. Se cree que la intención de Arias era probar la lealtad de Pizarro, que buscaba el favor del gobernador para explorar las tierras aún desconocidas del Perú. Pizarro cumplió las órdenes de Pedrarias y detuvo a Balboa cerca de Acla, un pueblo colonial al noreste de Panamá. Luego, el antiguo amigo llevó personalmente a Balboa al cadalso, siendo testigo directo de su decapitación.
Con Balboa fuera de juego, Pizarro se empeñó en viajar hacia el sur del continente, que no había sido explorado por considerar que no habría allí nada que valiera la pena. Entonces, se asoció con Diego Almagro y Hernando De Luque. En esta sociedad Pizarro se encargó de liderar la exploración, Almagro gestionó el suministro de hombres y provisiones y Luque se entendió con el gobernador y se ocupó de los intereses comunes.
Tras una primera expedición que demostró que sí habría tierras ricas hacia el sur, los tres socios reunieron dinero para que Pizarro viajara a España y pidiera a los reyes permiso para conquistar tierras peruanas. Pizarro no solo obtuvo la autorización, sino que logró su nombramiento como gobernador y capitán general de todos los territorios que pudiese descubrir y conquistar. Para Luque consiguió el título de obispo de los países ocupados, mientras que descuidó por completo los intereses de Almagro, contentándose con hacerlo nombrar gobernador del fuerte que debía levantarse en Túmbez.
Como era de esperar, al volver Pizarro encontró a Almagro disgustado por el modo como habían sido conducidas las negociaciones en la corte de España. Sin embargo, siguieron asociados.
Posteriormente, tanto Pizarro como Almagro conquistaron regiones en Suramérica. Almagro fundó Quito y exploró territorios en Bolivia y Chile. Al volver al Perú, también se hizo con la ciudad de Cuzco, proceso en el que apresó a dos hermanos de Francisco, al considerar que estaban en propiedad ya tomada. La disputa por la conquista de Cuzco fue resuelta por el rey, quien reconoció a Almagro como el propietario de la ciudad. Entonces, Francisco negoció la liberación de sus hermanos con Almagro. Tras la liberación, y traicionando el acuerdo, Almagro fue capturado y ejecutado por los Pizarro.
Orgullo herido
Antes de la ocupación del Perú, 168 españoles llegaron a Cajamarca, ciudad del imperio de Atahualpa. En términos amistosos, Pizarro invitó al emperador inca a una reunión. Atahualpa aceptó, confiado debido a su ejército de 80.000 hombres, e hizo esperar a Pizarro hasta el día siguiente.
Sin embargo, el encuentro dejó a los dos bandos con la idea de capturar o matar a la otra parte en la primera oportunidad disponible. La historia narra que Atahualpa se sentía atraído por el alfabeto europeo, y quería saber si la lectura era una habilidad natural o adquirida de aquellos hombres extranjeros. Por eso, pidió que escribieran una palabra y que se la mostraran a los soldados españoles, quienes supieron leerla. Sin embargo, cuando le hizo la misma petición a Pizarro, éste se vio obligado a confesar que no sabía leer. El hecho hizo que Atahualpa despreciara a Pizarro por vulgar, ignorante y menos instruido que sus soldados; mientras tanto, Pizarro se sintió humillado frente a sus hombres.
Al día siguiente, Pizarro y su pequeño ejército emboscaron a la guardia real y capturaron al líder inca. El rescate entregado a cambio de la libertad del inca fue cuantioso, pero Pizarro juzgó y ejecutó a Atahualpa de todos modos. Aunque la decisión del conquistador fue criticada, él se explicó diciendo que, dada la devoción de los súbditos por Atahualpa, solo la muerte del emperador podría provocar la derrota total de los incas.
Soltero empedernido
Hasta la ocupación del Perú Francisco Pizarro se había mantenido soltero. Siendo un hombre mayor de cincuenta años, había dedicado su vida a la conquista y al saqueo. Sin embargo, en un momento se empeñó en la importancia de que los españoles, para extender y prolongar su dominio, tuvieran hijos con las mujeres de la población local. Se dice que, para dar ejemplo, se casó al final de su vida.
Una de sus esposas fue concedida a Pizarro por Atahualpa, antes de que este lo mandara ejecutar. La doncella tenía 17 años por aquel entonces, y procreó con el conquistador dos hijos, uno de los cuales murió en durante la niñez. Después, Pizarro tuvo otros dos hijos cuando él ya contaba 61 y 62 años, poco antes de morir. La madre de los niños, bautizada como Angélica Yupanqui, había sido esposa de Atahualpa.
Protagonista luctuoso del primer golpe de estado de Suramérica
Tiempo después del asesinato de Diego Almagro, sus simpatizantes se encontraban en una situación penosa, siendo perseguidos y enjuiciados por los pizarristas. Fue así como un grupo de cerca de 20 hombres, encabezados por Juan de Herrada (uno de los principales lugartenientes de Almagro) asaltaron el recién estrenado Palacio de los Reyes de Lima el 26 de junio de 1541. Este palacio, actual residencia del presidente de la República del Perú, era el lugar de vivienda de Pizarro.
Fue así como, tras salir de misa, el ahora gobernador Don Francisco Pizarro se dirigió al palacio. Tras la cena, y al escuchar el grito «¡Viva el Rey y mueran los tiranos!», la guardia, los criados y los Pizarro que se hallaban en el lugar tomaron las armas. Una vez asesinados quienes se interpusieron en su camino, los atacantes asestaron varias heridas que terminaron por matar al conquistador.
Tras el asesinato de Pizarro, Diego Almagro el Mozo, hijo del fallecido Diego Almagro, ocupó el Palacio de los Reyes de Lima y fue reconocido como Gobernador del Perú.
Homenaje al Pizarro equivocado
Después del asesinato de Pizarro, sus amigos decidieron enterrarlo en la iglesia esa misma tarde. La prisa era para evitar que el cadáver fuera decapitado y expuesto en plaza pública, como era costumbre de la época.
Tres años después, el cuerpo de Pizarro fue exhumado y enterrado con honores bajo el altar mayor de la iglesia, donde permaneció 85 años. A medida que el tiempo pasó, y a conforme la catedral fue creciendo, el cuerpo cambió varias veces de ubicación y desde 1891 estuvo resguardado dentro de una urna de cristal ubicada en la Catedral de Lima.
Sin embargo, en 1977 un grupo de obreros que hacían trabajos en la cripta de la catedral encontraron una caja de plomo con una inscripción que decía «Aquí está la cabeza del señor marqués don Francisco Pizarro, que descubrió y ganó los reinos del Perú y puso en la Real Corona de Castilla». Junto a la caja había una bolsa de terciopelo que contenía varios huesos que, al ser estudiados, resultaron ser de varios cadáveres: una mujer adulta, dos niños y un hombre maduro. Se dice que, años antes, en 1661, una nueva exhumación hizo que la cabeza de Pizarro se depositara en la caja de plomo y sus huesos se pusieran en un féretro. Sin embargo, el documento que contenía esta información no se encontraría sino hasta después de que un esqueleto desconocido ocupara la urna de la catedral.
Tras una investigación radiológica sobre el esqueleto del «hombre maduro» realizada en la Universidad Cayetano Heredia, que se complementó con análisis bio-arquiométricos realizados por un investigador de la Universidad de San Marcos, se confirmó que los huesos eran los de Pizarro. A esta conclusión se llegó, entre otros indicios, por las 16 heridas halladas en los restos, junto con las huellas de otras cicatrices en los huesos correspondientes con las heridas documentadas por los biógrafos del gobernador. Además, se determinó que la estatura de Pizarro era de alrededor de 174 cm, que tenía más de 60 años en el momento de su muerte, y que posiblemente padecía principios de artritis.
Fuentes
Lebrún, E. Historia de la conquista del Perú y de Pizarro. Barcelona: librería de J. Subirana, editor, 1862.
Ludeña, Hugo. Don Francisco Pizarro: Un Estudio Arqueologico e Historico. El Boletin de Lima (3), Sepratata, 1980.
Sánchez, J. Pizarro: una aproximación al héroe y al conquistador desde las crónicas de Indias. Universidad de Málaga, s.f.