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El pensamiento filosófico abarca una infinidad de temas, desde los más banales y cotidianos hasta los más profundos. La alimentación y los alimentos son claves para la subsistencia y la salud de los seres humanos, por lo que se pueden analizar desde distintos puntos de vistas filosóficos, como su relación con las emociones, la autoestima y el arte; sus efectos y consecuencias en la sociedad y sus aspectos éticos, entre otros.
Qué es la filosofía de los alimentos
La palabra filosofía significa «amor por la sabiduría». Proviene del término griego φιλοσοφία, formado, a su vez, por las raíces philos, que significa «amor», y sofos, que quiere decir «sabiduría».
Se puede definir a la filosofía como el conjunto de razonamientos lógicos sobre distintos problemas existenciales, conceptos abstractos y cuestiones relacionadas con el universo, el ser humano y su experiencia del mundo que lo rodea. Su objetivo es llegar a la verdad a través de una organización metódica y sistemática.
La filosofía de los alimentos es el análisis de los alimentos y la evolución de los hábitos alimentarios, la forma en que comemos y todas las cuestiones relacionadas con la alimentación, así como el papel que esta cumple en el ser humano, en la salud y la sociedad. Esto se puede ver reflejado en las preguntas que surgen a diario, como ¿qué alimentos son mejores o peores? ¿Por qué alguien es vegetariano o vegano? ¿Cuál es la relación entre la alimentación y la salud? ¿Pueden los alimentos o las comidas ser consideradas como obras de arte? ¿Cuáles son los alimentos y los hábitos alimentarios más saludables?
La alimentación según los antiguos filósofos
El interés por la alimentación y su importancia en la vida humana, así como su impacto en la salud y el medio ambiente es un tema recurrente en la actualidad. Sin embargo, esto no es algo nuevo sino que proviene de tiempos antiguos, especialmente de la Antigua Grecia, donde surgieron la mayoría de los grandes filósofos de la historia.
Uno de los primeros en analizar los hábitos alimentarios fue el filósofo griego Pitágoras (siglo V a.C.), a quien se considera como el precursor del vegetarianismo. Pitágoras entendía que la alimentación debía ser liviana e incluir alimentos que fueran beneficiosos para el cuerpo y la mente. Además, decía que la nutrición de una persona debía ser compasiva hacia otros seres vivos y evitar el derramamiento de sangre de los animales.
Sócrates (siglo IV a.C), maestro de Platón, también fue otro de los filósofos griegos que destacó la importancia de mantener una dieta natural y libre de alcohol, aunque no necesariamente vegetariana. Asimismo, fue uno de los primeros en resaltar la crueldad que significa una alimentación basada en matar animales.
Otro prominente filósofo griego que reconoció la transcendencia de una alimentación saludable fue Platón (siglo IV a. C.). A diferencia de otros filósofos de su tiempo, Platón consideraba que algunos alimentos, como el higo y la leche, eran nutritivos y aumentaban la inteligencia. También, sostenía que una dieta saludable debía incluir varios tipos de alimentos, como carnes y pescados, frutos secos, olivas, verduras y frutas, etc. Esta debía ser una alimentación bastante similar a lo que hoy conocemos como la «dieta mediterránea».
La filosofía de los alimentos en los siglos XVII y XVIII
En el marco del descubrimiento de los nutrientes y su cuantificación, el filósofo francés René Descartes (1596-1650) destacó que el objetivo de muchos de sus estudios fue la conservación de la salud, y definió, como parte de su investigación médica, distintas prácticas alimenticias que consideraba beneficiosas para prevenir las enfermedades. De esta manera estableció la relación entre los alimentos y la modificación en las partículas de la sangre. Descartes creía que las afecciones que padecían las personas se debían a los cambios que ocurrían en los cuatro humores, los cuales eran la sangre, la bilis amarilla, la bilis negra y la flema. Por lo tanto, los alimentos producían cambios en las partículas de la sangre que modificaban a los humores, lo cual causaba las enfermedades.
El filósofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue uno de los primeros en remarcar y fomentar la lactancia materna como una alimentación esencial, no solo para el desarrollo biológico y afectivo del ser humano, sino para la regeneración del Estado. Hasta esa época, la alimentación de los bebés recién nacidos de alcurnia estaba a cargo de las nodrizas, que no eran las madres de los niños, sino otras mujeres que vivían de dicho trabajo.
Immanuel Kant (1724-1804), uno de los filósofos alemanes más célebres de la era moderna, también razonó sobre las prácticas alimenticias e incluso más sobre los hábitos saludables. Sostenía que para vivir más era necesario tener una rutina alimentaria que facilitara el movimiento intestinal y la circulación de la sangre.
La filosofía de los alimentos a partir del siglo XIX
Desde el siglo XIX, el interés por la nutrición y los alimentos incluyó un estudio aún más extensivo. El antropólogo y filósofo alemán Ludwig Feuerbach (1804-1872), a quien se le adjudica la famosa frase «el hombre es lo que come», retomó, de alguna manera, un enfoque más amplio sobre la repercusión de la alimentación en el ser humano. Esto condujo a mayores estudios dentro de la neurociencia y la biología que intentaron explicar por qué comemos lo que comemos, por qué preferimos ciertos alimentos y no otros, y los efectos de cada nutriente que ingerimos.
Otro reconocido filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), probó diferentes dietas debido a varias dolencias que padecía. Nietzsche planteó la importancia de llevar una dieta equilibrada que lograra cumplir con las necesidades básicas del organismo y, al mismo tiempo, fortaleciera la salud y permitiera que el individuo alcanzara todo su potencial. Más tarde también se enfocó en el lado moral de la nutrición, especialmente con respecto al impacto espiritual que puede tener en una persona.
A partir del siglo XX, los componentes de los alimentos cobraron mayor relevancia y comenzaron a surgir alimentos refinados basados en ingredientes naturales. Estos tenían el fin de utilizarlos por sus propiedades medicinales y como complementos de la dieta.
La filosofía de los alimentos en la actualidad
En la actualidad, la filosofía de los alimentos abarca muchos aspectos, los cuales reúnen los pensamientos de los filósofos anteriores y también nuevos enfoques.
La alimentación actual no solo busca satisfacer una necesidad básica; se trata de un concepto complejo que se ha transformado en un estilo de vida y un espejo de los hábitos y la salud de una persona.
Los alimentos que elegimos reflejan nuestra personalidad, estado mental y costumbres. La alimentación también señala las circunstancias que nos llevan a comer ciertos alimentos y no otros, y es un indicador de otras cuestiones éticas, políticas y sociales que nos permiten comprender quiénes somos.
Los alimentos y la salud
Actualmente es innegable la relación entre los alimentos y la salud. Además, existe la nutrición, que es una disciplina de la salud que estudia la conexión entre la alimentación y el bienestar.
Los alimentos que ingerimos también están relacionados con la calidad de vida y el poder adquisitivo. Sin embargo, estos factores no sugieren necesariamente que la alimentación sea saludable. Así como existen personas desnutridas que viven en la pobreza y no tienen acceso a una buena calidad de vida, también hay sociedades con una alta calidad de vida y un gran poder adquisitivo que, sin embargo, presentan hábitos alimenticios pocos saludables y que van en detrimento de su salud. Un ejemplo de esto es la alta incidencia de obesidad y diabetes en Estados Unidos.
Hoy en día existe un gran consenso con respecto a la importancia del desayuno y una dieta equilibrada, así como el tamaño ideal de las porciones y una mayor frecuencia de las comidas. También es cada vez más importante la práctica del ayuno como método desintoxicante para el cuerpo.
Además, existen también más estudios sobre los aspectos psicológicos de la relación recíproca entre la alimentación y las emociones. Es decir, cómo los alimentos que consumimos afectan nuestro estado anímico y cognitivo, y cómo las emociones también desencadenan hábitos alimentarios específicos y, en algunos casos, negativos. También hay una mayor concientización sobre la influencia de la autoestima y la presión social en los desórdenes alimentarios como la bulimia y la anorexia.
El vegetarianismo y el veganismo
El vegetarianismo y el veganismo han aparecido como estilos de vida con una creciente cantidad de adeptos. Ambos tipos de alimentación constituyen dos de los dilemas filosóficos más destacados de los últimos años.
Si bien el vegetarianismo es una práctica milenaria, cobró una mayor importancia en los últimos años debido a las actividades agropecuarias intensivas e industriales cada vez más crueles para los animales. Las personas vegetarianas evitan el consumo de carne y están en contra de la matanza de los animales.
El veganismo es una forma más extrema del vegetarianismo y consiste en evitar todos los productos de origen animal, incluyendo los lácteos y los huevos. Las personas veganas se alimentan, principalmente, de frutas, verduras, cereales, raíces, semillas y cualquier otro producto que no derive de un animal.
Tanto el vegetarianismo como el veganismo ponen luz sobre temas controvertidos morales, éticos, religiosos y económicos. De estos surgen preguntas como: ¿por qué está bien comer carne de vaca y no de gato? ¿Está bien comerse a su propio perro? ¿Es adecuado matar a un caballo o un conejo para comerlos? ¿Qué impacto tendría en la salud y el medio ambiente si todos fuéramos vegetarianos o veganos?
Los alimentos como forma de arte
A lo largo de la historia, la forma de obtención de los alimentos fue evolucionando y con ello también la preparación de los alimentos y la alimentación, llegando a convertirse, en muchos casos, en algo tan elaborado como artístico.
Debido a ello surgieron otros pensamientos filosóficos como: ¿puede la comida ser arte? ¿Qué características deben tener los alimentos para ser considerados como obras de arte? ¿Puede un chef estar a la altura de artistas como Miguel Ángel o Van Gogh?
Esto inspiró diferentes debates a favor y en contra de la alimentación como una forma de arte. Algunos argumentos consideran a la gastronomía como un arte menor, ya que es perecedera; tiene un período de vida más corto. También porque tiene un fin práctico, que es nutrir al organismo; además, no se puede transferir ni preservarse, algo que sí es posible con la música, en forma de partituras o CDs; las esculturas, en mármol o cerámica; y las pinturas, en lienzos o herramientas digitales.
Por otro lado, el auge de la comida gourmet, las degustaciones de vinos y otros alimentos, y la elaboración de platos como los del famoso chef catalán Ferran Adrià, se utilizan como argumentos que apoyan el potencial artístico de los alimentos.
Otro aspecto interesante de la conexión entre el arte y la alimentación es la subjetividad y los juicios de valor. Al igual que en el arte, en la gastronomía también existen críticos que confirman o rechazan la autenticidad o la calidad de un plato, la destreza con la que fue elaborado, la frescura, los distintos sabores y colores, y otras características.
La alimentación y el medio ambiente
La alimentación actual también está estrechamente relacionada con las políticas ambientales. De hecho, es uno de los mayores desafíos, ya que los métodos de producción de alimentos son algunos de los mayores causantes de contaminación. Además, muchas de estas prácticas requieren de un uso excesivo de recursos naturales como el agua.
También existen otras problemáticas asociadas con los cultivos del café, el té, el chocolate y la soja, donde se explota a la mano de obra, las áreas forestales y los recursos no renovables, y se hace un uso desmedido de pesticidas contaminantes.
Debido a ello, y pesar de que en los últimos años ha habido un incremento en la producción y la venta de comidas rápidas y comidas con un bajo nivel nutricional, conocidas como comida chatarra, cada vez es mayor la demanda de productos orgánicos. Existe una creciente preferencia por consumir alimentos tanto de origen vegetal como animal, libres de pesticidas y cultivados o producidos con el menor perjuicio para los animales y el medio ambiente.
Bibliografía
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