La falacia del falso dilema

falso dilema

Una falacia es un argumento que parece verdadero pero que en realidad es falso. En el caso de la falacia asociada a un dilema falso se plantea un argumento con una serie de opciones que no abarcan todas las posibilidades, aunque se tiene que optar por una de ellas. La falacia surge al plantearse la posibilidad de que haya otras opciones no incluidas dentro de las planteadas, y por lo tanto la elección podría implicar una conclusión falsa en referencia al argumento inicial. Es decir, al aceptar la elección de una de las opciones del conjunto que se plantea se está asumiendo que éste conjunto contiene todas las opciones posibles. Suele plantearse esta falacia presentando dos opciones, y por eso la falacia se refiere a un dilema: del griego, dos premisas.

La ley del medio excluido

La falacia del falso dilema también se denomina falacia del medio excluido. En lógica hay una ley que establece que cualquier proposición debe ser verdadera o falsa; se excluye cualquier opción intermedia. Ésta es la ley o principio del medio excluido. Este nombre alternativo de la falacia se asocia a un fallo en la aplicación de esta ley en lógica. Si se plantea una proposición con dos opciones, una de ellas debe tener validez lógica, lo cual implica argumentar que la otra es falsa, y viceversa. Esta es una premisa no siempre fácil de cumplir. Puede ser difícil demostrar que en un conjunto de posibilidades asociadas a una proposición, sólo una de ellas es correcta; esto es lo que se asocia a la falacia del falso dilema.

La falacia del falso dilema también puede considerarse una variación de la falacia de la supresión de evidencia. Al omitir posibilidades válidas en el conjunto de opciones, la proposición también omite premisas relevantes que conducirían a una evaluación correcta de la afirmación.

Formato de la falacia del falso dilema

La forma más común de la falacia del falso dilema es: A o B es cierto; A no es cierto, por lo tanto B es cierto. Es claro que si hay más opciones válidas no es posible concluir la validez de B a partir de la afirmación de que A es falsa.

Este es un error en lógica similar al que se asocia a la falacia de la observación ilícita; un ejemplo de esta falacia es ninguna roca está viva, por lo tanto todas las rocas están muertas. Esta proposición se puede reformular como o las rocas están vivas o las rocas están muertas.

En ambos formatos de la proposición la falacia radica en que las dos opciones se presentan como contradictorias. Si dos afirmaciones se contraponen no es posible entonces que ambas sean verdaderas, pero es posible que ambas sean falsas. Pero si ambas afirmaciones son contradictorias es imposible que ambas sean verdaderas pero tampoco es posible que ambas sean falsas. O sea, en dos afirmaciones contradictorias si una es falsa implica que la otra sea verdadera. Los términos vivo y sin vida son contradictorios; si la calificación de uno es verdadera la del otro deber ser necesariamente falsa. Los términos vivo y muerto en cambio son contrarios pero no son contradictorios. No es posible que su calificación sea verdadera al mismo tiempo; no es posible que algo este vivo y muerto al mismo tiempo. Pero sí es posible que ambos sean falsos, ya que el término muerto implica que el objeto que califica antes estuvo vivo. Por lo tanto la proposición reformulada es una falacia de falso dilema dado que se plantean las opciones vivas y muertas como las dos únicas dos opciones posibles, asumiendo que son contradictorias cuando en realidad son contrarias. Una roca no puede estar muerta porque nunca estuvo viva.

Ejemplos de falacia del falso dilema en afirmaciones fantásticas

Veamos un ejemplo asociado a afirmaciones sobre eventos paranormales que incurren en la falacia del falso dilema. Consideremos la siguiente afirmación.

O el espiritista es un estafador o realmente puede comunicarse con los muertos. Parece demasiado sincero para ser un estafador, y yo no soy tan crédulo como para que me engañen fácilmente, por lo que se comunica con los muertos y hay una vida después de la muerte.

Éste es un argumento que utilizaba Arthur Conan Doyle para defender a los espiritistas, que, al igual que muchas personas de su época, estaba convencido de la sinceridad de quienes decían poder comunicarse con los muertos, así como también estaba convencido de su habilidad para detectar fraudes. El argumento contiene en realidad más de un falso dilema. El primero y más obvio es la idea de que el espiritista debe estar mintiendo o ser genuino; ignora la posibilidad de que se haya estado engañando a sí mismo pensando que tiene tales poderes.

Un segundo falso dilema es la suposición implícita de que la persona que argumenta o es muy crédulo o puede detectar rápidamente una falsificación. Puede ser que ésta persona sea realmente muy eficiente en detectar falsificaciones, pero que no tenga el entrenamiento adecuado para detectar falsos espiritistas. Incluso las personas escépticas asumen que son buenos observadores cuando en realidad no lo son; por eso es bueno incluir en ese tipo de pesquisa a magos con experiencia y entrenamiento.

En cada uno de los falsos dilemas no hay defensa de la opción que se rechaza. ¿Cómo sabemos que el espiritista no es un estafador? ¿Cómo sabemos que el que argumenta no es crédulo? Estas suposiciones son tan cuestionables como el punto en disputa.

Planteemos un segundo ejemplo utilizando una estructuración usual.

O los científicos pueden explicar los extraños objetos que se ven en el cielo o estos objetos son pilotados por visitantes del espacio exterior. Los científicos no pueden explicar estos objetos, por lo que deben ser visitantes del espacio exterior.

Este tipo de razonamiento conduce a la creencia de la veracidad de diversos sucesos, incluyendo que estamos siendo observados por seres extraterrestres. Una afirmación más general podría ser la siguiente.

Si los científicos (o alguna otra autoridad) no pueden explicar el evento X, entonces debe ser causado por Y.

En la causa Y se pueden incluir extraterrestres, fantasmas, dioses. Pero el razonamiento es una falacia. Los eventos de referencia pueden tener otras causas que los científicos no hayan podido descubrir; la dicotomía en la primera premisa de este argumento es falsa.

Éste formato de la falacia del falso dilema es muy similar al argumento de ignorancia. Mientras que el falso dilema presenta dos opciones, o los científicos saben lo que está pasando o debe ser sobrenatural, una apelación a la ignorancia simplemente saca conclusiones de la falta de información sobre el evento.

Ejemplos de falacia del falso dilema en temas religiosos

En la discusión de temas religiosos también es común encontrar falacias del falso dilema. En el ejemplo siguiente vemos una falacia que se asemeja a la falacia de la pendiente resbaladiza.

Sin Dios y el Espíritu Santo, todos tenemos nuestras ideas propias de lo que está bien y lo que está mal, y en un sistema democrático la opinión de la mayoría determina el bien y el mal. Algún día podrían votar que sólo puede haber una determinada cantidad de niños por hogar, como ocurrió en China. O pueden quitarles las armas a los ciudadanos. Si la gente no tiene el Espíritu Santo para convencerlos de lo que es el pecado, ¡cualquier cosa puede pasar!

Ésta proposición es un caso de falacia del falso dilema; o la gente acepta al Espíritu Santo o el resultado será una sociedad en la que todo vale. La proposición no tiene en cuenta la posibilidad de que las personas creen por sí mismas una sociedad justa.

El eje principal de la proposición puede calificarse bien como una falacia del falso dilema o bien una falacia de pendiente resbaladiza. Si el sustento del argumento es que debemos elegir entre creer en un dios y tener una sociedad en la que el gobierno dicte cuántos hijos podemos tener, entonces se nos presenta un falso dilema. Sin embargo, si el argumento es que rechazar la creencia en un dios conducirá a situaciones sociales cada vez peores, incluyendo que el gobierno estableciera cuántos hijos podemos tener, entonces tenemos una falacia de pendiente resbaladiza.

Veamos una proposición asociada a la temática religiosa que incurre en la falacia que vimos en la sección precedente.

Un hombre que sea simplemente un hombre y diga el tipo de cosas que dijo Jesús no sería un guía espiritual. O sería un loco rematado o sería un enviado del diablo. Debemos considerar las siguientes opciones. O éste era y es el hijo de dios, o es un loco, o algo peor. Puedes hacerlo callar por considerarlo un tonto o puedes postrarte y llamarlo señor y dios. Pero no seamos condescendientes con la tontería acerca de que es un ser humano y un gran maestro. No es una posibilidad real.

En este caso se plantean tres opciones: que sea una deidad, que sea un mentiroso o que sea un loco. Sin embargo está claro que aunque se hayan planteado tres opciones no se agotan las posibilidades. Para rebatir la falacia habría que plantear posibilidades alternativas para cuestionar que las tres opciones propuestas sean todas las posibles. Podría plantearse que Jesús estaba equivocado, o que al citar las palabras de Jesús se incurrió en un error, o que se interpretaron erróneamente las afirmaciones de Jesús. Considerando estas opciones adicionales se duplican las posibilidades y la conclusión ya no es válida. Sólo si se demostrara que las nuevas opciones no son plausibles podría volver a plantearse el dilema, aunque se podrían pensar nuevas alternativas.

Ejemplos de falacia del falso dilema en temas políticos

En los Estados Unidos es común escuchar una afirmación sencilla que es un ejemplo de la falacia del falso dilema: América, ámala o déjala. Sólo se presentan dos opciones: abandonar el país o amarlo, presumiblemente de la forma en que el que propone la afirmación lo ama y pretende que sea amado. Modificar el país no es una posibilidad a considerar, aunque es una opción obvia. Ésta falacia es muy común en los discursos políticos. Afirmaciones como debemos lidiar con el crimen en las calles antes de mejorar las escuelas; o a menos que aumentemos el gasto en defensa seremos vulnerables a los ataques, o si no perforamos en busca de más petróleo nos enfrentaremos a una crisis energética, son claros ejemplos de la falacia del falso dilema. En estas afirmaciones no hay atisbo de que se puedan considerar posibilidades alternativas, y menos aún que esas alternativas pudiesen ser incluso mejores que las que se han planteado.

Abundemos en el tema con la siguiente proposición.

No creo que la situación de Andrea deba generar simpatía alguna. Si realmente estuviera tan gravemente enferma, su esposo debería haberla hecho internar. Si no estaba lo suficientemente enferma obviamente estaba lo suficientemente cuerda como para haber tomado la decisión de distanciarse de sus hijos y buscar ayuda sicológica.

Está muy claro hay más posibilidades a las que se plantean en la proposición. Quizás nadie se haya percatado de la gravedad de su situación. Quizás su situación empeoró drásticamente en muy poco tiempo. Quizás aunque una persona se considere suficientemente cuerda no está en condiciones de buscar ayuda por sí misma. Quizás tenía un sentido del deber demasiado arraigado hacia su familia como para considerar el distanciamiento de sus hijos, y eso fue en parte lo que la llevó a su colapso.

Conclusiones

En general no suele ser sencillo identificar la falacia del falso dilema, pero al igual que las demás falacias por presunción, la demostración de que hay premisas ocultas o descartadas injustificadamente es suficiente para rebatir la proposición. Pero se debe estar dispuesto y ser capaz de presentar opciones alternativas que no se hayan incluido en el conjunto planteado. Si bien la persona que formula una proposición que implica una falacia del falso dilema debiera justificar debidamente que las opciones planteadas agotan todas las posibilidades y esa argumentación puede ser discutida, el planteamiento de una opción válida alternativa a las consideradas es la mejor forma de desvelar la falacia. Y también se deberá discurrir en la caracterización de términos como contradictorios cuando son en realidad contrarios no contradictorios.

Fuentes

Dowden, Bradley. Fallacies Internet Encyclopedia of Philosophy Consultado en octubre de 2021.

Falacias lógicas. Consultado en octubre de 2021.

Gambra, José Miguel. El lugar de los sofismas en la lógica. Universidad Complutense, Madrid.