¿Qué significa realmente la buena vida?

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¿Qué es «la buena vida»? La respuesta a esta pregunta es uno de los temas filosóficos más antiguos. Se ha planteado desde diferentes puntos de vista: ¿Qué significa vivir bien? ¿Cómo se debe vivir? Después de todo, nadie quiere llevar una “mala” vida.

La pregunta no tiene una respuesta sencilla. Dentro de la filosofía existen muchas posturas que nos permiten desentrañar las complejidades de los aspectos que podrían estar involucrados en que llevemos una buena vida.

La vida moral

Uno de las principales acepciones de la palabra «bueno» está relacionada con la aprobación moral por parte de quienes nos rodean. Decimos que alguien lleva una buena vida cuando esta es acorde a la moral de sociedad de turno. Esta persona podría ser honesta, digna de confianza, amable, generosa y con firmes principios; todos estos atributos estarían ligados al concepto moral de una buena vida.

Sócrates y Pláton expresaban que había que ser una persona virtuosa por encima de otras cosas como el placer, el poder o la riqueza. De manera extrema, Sócrates explica que es mucho mejor sufrir que causar sufrimiento. Una buena persona que es torturada hasta la muerte es más afortunada que una persona corrupta que ha obtenido riquezas de manera deshonrosa.

En su obra La República, Platón da más detalles sobre la importancia de llevar una vida buena o virtuosa. La persona moralmente buena disfruta, según Platón, de una especie de armonía interior. Mientras que la persona malvada, sin importar lo rica y poderosa que sea, está en discordia consigo mismo y con el mundo. Platón refuerza este argumento diciendo que las personas virtuosas son recompensadas en una vida futura, mientras que las personas malvadas serán castigadas.

Muchas religiones también hablan de llevar una vida buena, recta, alejada del mal camino y obediente de las leyes de Dios. Dentro del pensamiento religioso, la buena vida es recompensada tanto en la tierra como en la vida posterior a la muerte. Dependiendo de la religión, las recompensas serán variadas y otorgadas en distintos momentos o por distintas deidades. Por ejemplo, los creyentes cristianos esperan ser recompensados en el paraíso, mientras que los hindúes confían en la ley del karma.

La vida del placer

El antiguo filósofo griego Epicuro declaró que lo que hace que la vida valga la pena es que podemos experimentar placer. El placer es agradable, divertido y disponible en muchas áreas de la vida. Cuando el placer o satisfacción son la finalidad de la vida, hablamos entonces de hedonismo. Aristipo de Cirene, discípulo de Sócrates, mantenía que el placer es elegible, debe ser guiado por la prudencia y dominado. Si se alcanza el placer, también se logra la felicidad.

Actualmente, la palabra “hedonista” tiene una connotación negativa. Se sugiere que la persona así calificada solo se interesa por los placeres inmediatos e «inferiores», como el sexo o la comida. No obstante, dentro de la definición original del hedonismo es posible encontrar también referencias al placer espiritual y a la ausencia de sufrimiento o dolor. En este sentido, el placer está también ligado a la salud y la tranquilidad. Epicuro, por ejemplo, explicaba que el individuo no debe perderse en el placer sensual por varias razones:

1.- La indulgencia excesiva causa problemas de salud y limita el rango de placer.

2.- Los placeres superiores, como la amistad y el estudio, son tan importantes como los placeres de la carne.

3.- La buena vida tiene que ser virtuosa.

Cuando en la actualidad alguien usa la expresión de estar viviendo “la buena vida”, esta suele tener una connotación hedonista. Probablemente la frase sugiera que el individuo goza de placeres recreativos, buena comida, descanso y compañía. La clase de esta concepción hedonista de la buena vida es que enfatiza las experiencias subjetivas. Una buena vida en este sentido está llena de oportunidades en las que la persona disfruta o se siente bien.

La vida plena

Desde el punto de vista de otro gran pensador griego, Aristóteles, la buena vida debe ir de la mano de la felicidad plena. Según Aristóteles, todos queremos ser felices.

Valoramos muchas cosas porque nos permiten disfrutar de pequeños momentos de felicidad. El dinero nos permite comprar aquello que cubre nuestras necesidades y nos proporciona placer. El tiempo libre y de recreación es importante para nuestra felicidad como individuos, porque nos permite explorar nuestros intereses. Todos estos medios nos permiten valorar la felicidad como un fin último.

Podríamos decir que una vida plena está llena de momentos de felicidad y placer, y ausencia de sufrimiento. Según el punto de vista de Aristóteles, la vida plena debe seguir ciertas condiciones:

1.- Virtud: la persona debe ser moralmente virtuosa.

2.- Salud: debe gozar de buena salud y tener una vida razonablemente larga.

3.- Prosperidad: debe tener una situación económica cómoda, que le permita no trabajar en algo que no elegiría hacer libremente.

4.- Amistad: debe tener buenos amigos que suplan la necesidad de interacción social propia del ser humano.

5.- Respeto: sin necesidad de ser vanagloriado, la persona debe gozar del respeto de los demás, que se le reconozcan sus logros y cualidades.

6.- Suerte: cualquier vida puede volverse infeliz por una desgracia, así que es necesario que la persona tenga buena suerte para estar alejado de toda calamidad.

7.- Compromiso: la buena vida es aquella en la persona cultiva y cumple sus compromisos como un miembro activo de la sociedad que lo enmarca.

Si alguien puede seguir estas condiciones podemos decir que su vida es plena de acuerdo a la visión de Aristóteles.

La vida significativa

En este caso, una buena vida implica sentir que como individuos hemos aportado algo significativo al mundo; que hay una razón que justifica nuestra propia existencia, pues brindamos algo propio de mucho valor. Para muchas personas el bienestar familiar les hace sentir que llevan vidas llenas de significado.

Algunas investigaciones recientes demuestras que con la llegada de los hijos los niveles de estrés en los padres aumentan y los niveles de felicidad bajan. Sin embargo, estas personas expresan sentir que sus vidas tienen un mayor significado.

La familia no es la única fuente de significado para la vida. Existen otras actividades, como la creación artística o la participación en cuestiones sociales que también aportan significado a la vida del individuo y le permiten disfrutar de una vida significativa.

La vida acabada

Para Epicuro, la muerte no significaba nada para el individuo, puesto que mientras estamos vivos y disfrutamos la muerte no está presente, y cuando la muerte se presenta ya no existimos y por lo tanto no sufrimos. Dice además que la el sabio debe adoptar una postura en la que se disfruta la vida y no se le teme a la muerte.

La existencia de la muerte siempre ha traído problemas a la mente humana. El conocimiento de que tarde o temprano llega el momento de morir genera mucha aflicción. La gran aportación de Epicuro es que este temor a la muerte es irracional. Él argumenta que si la llegada de la muerte no nos perturba (porque ya no existiremos) no tiene sentido sufrir mientras se la espera.

Referencias

Masclans, E. (2017). El placer y la muerte en Epicuro. Disponible en: https://www.lemiaunoir.com/epicuro-placer-muerte/

Mejia, D. (2012). La concepción de la muerte en Epicuro. Revista Scielo. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/esupb/v20n45/v20n45a11.pdf

Roldan, A. (2018). Aristóteles: virtud y felicidad. Series de Lecturas de Filosofía.

Isabel Matos (M.A.)
Isabel Matos (M.A.)
(Master en en Inglés como lengua extranjera.) - COLABORADORA. Redactora y divulgadora.

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